viernes, 1 de julio de 2011

Testimonio: "Tuve miedo, pero ya se me pasó"


Ariel Giovanni Ruiz Soto es un joven indocumentado en Estados Unidos, que por estos días se enfrenta a la frustración de no poder seguir estudiando en la universidad.
Valeria Perasso

Es uno de los "soñadores" –como ellos mismos se llaman- que espera que se apruebe el DREAM Act, un proyecto que lleva diez años en carpeta y que, de sancionarse, abriría el camino a la residencia legal a 2,1 millones de jóvenes que cumplan con una serie de requisitos.

Mientras el Senado celebraba su primera audiencia en una década para escuchar voces a favor y en contra de la ley, Ruiz Soto relató su historia a BBC Mundo.

De Morelia a WalaWala

"Llegué aquí hace 12 años, me vine cuando tenía 10 desde Morelia, en Michoacán (México), cruzando por la frontera. Viví un ratito en California y luego nos instalamos en WalaWala, una localidad en (el estado de) Washington.

He sabido desde entonces que soy indocumentado. Lo primero que hizo mi familia fue meterme a la escuela, empecé a estudiar inglés y pude sumarme a una clase regular, como la que van los nacidos aquí, a los 3 meses. Mis padres se vinieron en parte porque para tener una buena educación en México había que tener dinero para pagar una privada, y nosotros no teníamos.

Mi vida fue como la de cualquier estudiante estadounidense: recitaba el Pledge of Allegiance (juramento de lealtad a la bandera), hablaba con mis maestros, hacía mis tareas… Hasta el high school, donde mis notas nunca fueron por debajo de "A–". Me gradué en 2007 y fui incluso el orador de la ceremonia.

Aunque tuve muchas becas de la preparatoria, se me acabó el dinero para ir a la universidad. Me fui entonces a una escuela privada, más barata, que podía validarme los créditos para ir a la universidad. Tengo un promedio de 3.85 (sobre 4) y, desde el año pasado, un título de sociología".

"Nunca mentí"

"El año pasado empecé a postular a las universidades, a muchas sabiendo que dependía no de mi talento para estar allí sino de mis recursos para poder pagar. Hice mucho papeleo, me aceptaron en varias incluida UCLA (Universidad de California, Los Ángeles). Pero no pude acceder a nada sin un número de seguro social (identificación de 9 dígitos que otorga el gobierno a residentes legales).

Yo no mentí: conté, dije que no podía darles un seguro social que no tengo. Pero para recibir becas estatales o pedir que la universidad me pague ayudas de investigación hace falta tenerlo. Así que así es: estoy aceptado, pero no puedo pagar todo de mi propia bolsa.

No tengo esa opción, vivo con mi mamá que trabaja en una cadena de hamburgueserías y somos cuatro hermanos. Y yo siempre trabajé en lugares donde no se pregunta por el seguro social, pero lo que tengo no me alcanza. No recuerdo muy bien cuánto es, pero por encima de los US$40.000…

¿Si alguna vez tuve miedo? Sí, pero ya se me pasó.Vivo en una comunidad que es 23% latina, con mucho trigo, cebolla, manzana y cerezas y muchos trabajadores agrícolas que no tienen papeles y tienen miedo. Yo aprendí que no puedo tenerlo, alguien tiene que salir de ese miedo para poder hablar por los demás. Soy consciente de que soy privilegiado, uno de pocos, porque no todos los indocumentados pueden estudiar como yo".

La cara de las estadísticas

"Una de las razones por las que estudié sociología es que me permite hacer lo que me gusta, que es sociología y migración.Siempre he estado vinculado al movimiento de migrantes, soy cofundador de la Coalición del DREAM Act de Washington y representante de OneAmerica (organización por la diversidad cultural), entre otras, no sólo por el movimiento estudiantil sino por toda la cuestión migratoria.

Esta audiencia (en el Senado) significa mucho para mí porque es sólo con el DREAM Act que voy a poder realizar mi sueño. La política siempre es de números y estadísticas, pero con una ley como ésta es muy importante ponerle caras a los números.

Es muy fácil decir "esta persona es ilegal, depórtenla" o "son ilegales y hacen daño al país", pero cuando nos ven… la cosa puede cambiar.

Hay que enseñarle a la gente que no tienen que temer a quienes pueden contribuir, a quienes han vivido su vida aquí. Yo no recuerdo mucho de México, todos mis recuerdos son de aquí y me siento estadounidense. Me veo igual, me visto igual (ríe). Muchos se sorprenden cuando les digo que no tengo papeles. ¡Es que no hay diferencia!

No tengo nada distinto a cualquier persona que pueda calificar para ir a UCLA o a cualquier escuela, salvo un papel de nueve dígitos. Ese papel no me deja mirar el futuro".


1 comentario:

  1. La traumática situación de ser doblemente castigado por la pobreza: Falta de oportunnidad, imposibilidad de estudiar, vivir con el miedo de ser deportado, escondido de la persecución policial, no poder ver un futuro digno...Castigado por no ser "ciudadano (a) reconocido", ser un inmigrante, es considerado un delito, es decir un delincuente, es terrible...

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