viernes, 1 de julio de 2011

“En este pueblo mandamos los hombres”


Recientemente una comunidad de la etnia mixe en Oaxaca se rebeló contra dos mujeres que fueron electas a un cargo de gobierno. "¡En este pueblo mandamos los hombres!", fue el grito que unió a la multitud que encarceló durante dos días a las indígenas.
Alberto Nájar

La frase resume una parte de la vida cotidiana en México. Es el siglo XXI pero en muchas comunidades indígenas, pueblos mestizos y hasta partidos políticos es difícil que las mujeres ocupen cargos de autoridad.

En pueblos de Oaxaca y Guerrero, al sureste del país, sólo los hombres tienen derecho a participar en asambleas comunitarias, y en otros casos las mujeres pueden asistir pero sin derecho a voto.

Existen lugares donde los hombres deciden quién ocupará los puestos de autoridad, explica a BBC Mundo Elizabeth Sánchez, del Instituto de la Mujer Oaxaqueña.

"Hay municipios donde las mujeres no participan en asambleas pero tienen cargos, aunque éstos son definidos por los hombres. Ellos deciden en qué lugar van", explica.

Gobierno masculino

La comunidad donde ocurrió la rebelión fue Emiliano Zapata, del municipio San Juan Cotzocón, ubicado en la región mixe de Oaxaca.

En mayo pasado la agente municipal Elia Castañeda y su equipo fueron destituidos por una asamblea comunitaria, con el argumento de que allí sólo podían gobernar los hombres.

Un grupo de vecinos encarceló a la tesorera Evitelia Pacheco a quien acusaron de no rendir cuentas sobre el dinero de la agencia municipal, algo que después se demostró que era falso.

Otros casos similares ocurrieron en los municipios de Ejutla de Crespo y San Juan Lalana, así como la agencia Paraíso de San Juan Cotzocón.

Las mujeres a quienes se impidió ejercer el cargo al que fueron electas viven fuera de sus comunidades para evitar agresiones.

Hasta ahora el gobierno de Oaxaca es poco lo que ha logrado hacer, pues la ley de usos y costumbres que rige en el estado obliga a las autoridades a respetar la forma de autogobierno en las comunidades, explica Elizabeth Sánchez.

De los 500 municipios que hay en el estado 418 tienen este régimen de gobierno, y en 48 de éstos las mujeres no tienen derecho a votar, ser electas para cargos de autoridad ni tampoco pueden asistir a asambleas comunitarias.

"Estamos difundiendo los derechos que tienen las mujeres según las leyes", explica la funcionaria. "Pero es muy difícil cambiar la cultura de los hombres en esos lugares"

"Juanitas"

Pero lo que sucede en las comunidades indígenas de Oaxaca, Guerrero y algunas de Chiapas, en el sureste, es un reflejo de la situación de muchas mujeres mexicanas, afirma Margarita Dalton, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).

La mayoría de los cargos públicos en el país son ocupados por hombres, mientras que en sólo 129 de los 500 diputados federales son mujeres.

Algunas diputadas que ganaron su elección tuvieron que dejar su curul por orden del partido que las postuló, para que sus suplentes varones ocuparan el cargo.

En México se les conoce como "las juanitas" en referencia a Rafael Acosta, Juanito, delegado de Iztapalapa, Ciudad de México, que sufrió lo mismo en 2009.

Pero el problema no es sólo en la política. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) las mexicanas dedican un promedio de 76,3 horas semanales a trabajar, contra 58,4 de los hombres. En contraste, las mujeres reciben un salario hasta 40% menor.

Así, la desigualdad existe no sólo en comunidades regidas por sus usos y costumbres, insiste la investigadora Dalton.

"Hay una mala costumbre de estigmatizar a las comunidades indígenas, pero en algunos pueblos mestizos no se permite que las mujeres lleguen al poder", dice en conversación con BBC Mundo.

Por lo pronto, en México hay cada vez más organizaciones de mujeres que promueven la defensa y promoción de sus derechos, especialmente en comunidades indígenas.


1 comentario:

  1. estamos ante la peor de las crisis humanas, la crisis de identidad, como si el poder, o la mal entendida autoridad pudiese dar la dignidad a las personas. Hombres y mujeres somos diferentes, muy diferentes en nuestra forma de ser, de pensar, en todo, pero somos iguales en dignidad. Esta no la da ni la fuerza ni la razón, ni la política... es un don divino o humano natural. pero es anterior a cualquier cultura o tradición religiosa.

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